lunes, 27 de febrero de 2012

NUESTRA HUELLA IMBORABLE

NUESTRA HUELLA IMBORABLE
esto lo lei en un periodico y crei interesante que lo pudierais leer aqui y por eso lo expongo: El reguero de datos privados que dejamos al usar aparatos digitales, internet y redes sociales cuenta ya más de nosotros que nuestra memoria. La información personal se ha convertido en la materia prima del siglo XXI, por la que pujan las grandes entidades de la red. La Comisión Europea quiere poner orden, pero la tecnología corre más que la norma. Nuestra huella digital es imborrable.
ESTE RELATO PERTENECE A JUAN FERNANDEZ
¿Los archivos que borro de mi ordenador desaparecen?
La inmensa mayoría de usuarios de soportes digitales (ordenadores, tabletas, cámaras de fotos, smartphones) creemos que acudir al icono de la papelera es garantía suficiente para deshacernos de un archivo.
Sin embargo, cuando enviamos un documento a la papelera y luego la vaciamos, lo único que hacemos es ocultar el indicador que identifica ese archivo en la memoria del ordenador, no borrar su contenido, que permanece en el disco duro, de donde es fácilmente recuperable.
Todo lo que eliminamos en nuestros ordenadores mediante los habituales sistemas de borrado queda registrado y no desaparece, ya se trate de textos, fotos, vídeos, e-mails, conversaciones de chat o el historial de navegación en internet.
En la práctica, un documento grabado en un soporte digital nunca se borra.
La única manera de eliminarlo es escribiendo otro archivo encima, pero esto es más complicado, ya que nada garantiza que el nuevo documento se haya situado en el mismo lugar del disco duro donde estaba aquel que queríamos fulminar.
Hay programas dedicados a sobrescribir archivos concretos, para garantizar un borrado más eficaz, pero incluso este software a veces deja intactos algunos fragmentos del documento que deseábamos hacer desaparecer.
«No hay ningún sistema que garantice al cien por cien la eliminación de un archivo en un soporte digital»,
aseguran Daniel Creus y Mikel Gastesi, expertos en seguridad informática y autores del libro Fraude Online: abierto 24 horas.
Ni siquiera sobrescribiendo varias veces un documento encima del que queremos borrar es seguro que no quede algún dato antiguo que pueda ser recuperado.

Ni a martillazos:
Tampoco romper a martillazos el disco duro o la tarjeta gráfica de una cámara evita que se pueda extraer de su interior parte de la información que albergaban.
«El usuario medio no tiene conciencia del riesgo con el que convive a diario», advierten estos técnicos de la compañía de seguridad informática S21sec.
Esta propiedad resistente al borrado que tiene nuestro rastro digital da lugar a situaciones paradójicas, como las vividas por los usuarios que, al comprar discos duros de segunda mano, han accedido a información privada de sus anteriores dueños, que ingenuamente solo habían formateado estos soportes antes de venderlos.
Los culpables del incendio de Horta de Sant Joan, que se saldó con la muerte de cinco bomberos,
también creían que habían borrado sus huellas del crimen tras vaciar las fotos que tomaron con una cámara digital junto a las llamas, pero los técnicos informáticos de los Mossos pudieron recuperar las imágenes de la tarjeta gráfica.

¿Y los 'e-mails'que elimino de mi cuenta de correo?

Iñaki Urdangarín y sus colaboradores debieron de sentir una incómoda sensación de desnudez el 12 de enero cuando abrieron la prensa y vieron publicados los correos electrónicos que se habían enviado en el pasado, y que ellos creían eliminados de sus cuentas de e-mail.
Si es difícil borrar el rastro que dejamos en los soportes digitales físicos, más complicado aún es hacer desaparecer nuestra huella cuando pisamos internet, para mandar un correo, participar en un chat, poner un mensaje en Twitter o hacer un comentario anónimo en un foro.
A las marcas que dejan en el disco duro los e-mañs que eliminamos (que creemos que eliminamos) enviándolos a la papelera del ordenador, se unen los registros que permanecen de dichos mensajes en los ordenadores centrales de las empresas que ofrecen el servicio de correo electrónico.
los servidores de Yahoo y Gmail, por ejemplo, guardan durante 18 meses los e-mais que borramos de las cuentas personales.
Lo que hacen las entidades de correo con nuestros e-mais es un misterio para los usuarios, que confiamos ciegamente en ellas pidiéndoles que lleven y traigan nuestras informaciones privadas, pensando que estas permanecen opacas a ojos extraños.
Nada más alejado de la realidad.
Los robots de (google, por ejemplo, leen y escanean los mensajes que enviamos por Gmail para ofrecernos publicidad relacionada con los temas que tratamos en nuestros correos.

El anonimato no existe:

«Es más fácil ocultar una infidelidad a tu pareja que a Google, que no tarda en ponernos anuncios de escapadas de fin de semana cuando nos lee mensajes románticos»,
denuncia Alejandro Suárez Sánchez Ocaña, autor de Desnudando a Google, un libro que revela hasta qué punto este gigante de internet tiene fichados a sus millones de clientes.
«Cada vez que usamos Crome, Youtube, Gmail o el buscador, Google toma nota de nuestros gustos, horarios, localización geográfica e intereses personales.
Esta empresa ofrece servicios buenísimos, pero no son gratis, como creemos ingenuamente.
Pagamos con nuestra privacidad», concluye este analista.
No existe el anonimato en la red.
En cuanto asomamos, nuestra presencia deja un rastro fácilmente localizable, sea cual sea el servicio que utilicemos, como pudo confirmar el año pasado el usuario de Twitter que con este sistema acosó a la presentadora de televisión Eva Hache.
Para su treta se sirvió de un perfil falso en esta red social, pero la Guardia Civil tardó 48 horas en pillarlo.
Su rastro digital le había delatado.

lunes, 6 de febrero de 2012

NUESTRA HUELLA IMBORABLE

NUESTRA HUELLA IMBORABLE
esto lo lei en un periodico y crei interesante que lo pudierais leer aqui y por eso lo expongo:
El reguero de datos privados que dejamos al usar aparatos digitales, internet y redes sociales cuenta ya más de nosotros que nuestra memoria.
La información personal se ha convertido en la materia prima del siglo XXI, por la que pujan las grandes entidades de la red.
La Comisión Europea quiere poner orden, pero la tecnología corre más que la norma.
Nuestra huella digital es imborrable.

ESTE RELATO PERTENECE A JUAN FERNANDEZ:
Como el niño que se sumerge en su nuevo juguete sin ponderar los riesgos que entraña su uso, los ciudadanos hemos adaptado nuestra vida a los entornos digitales sin reparar en el torrente de información personal que vamos dejando al interactuar con los soportes electrónicos,
navegar por internet o participar en las redes sociales.
Borramos mensajes de nuestra cuenta de correo electrónico pensando que así desaparecen, pero su contenido se conserva en nuestro ordenador y enla empresa que ofrece el servicio del correo, como comprobaron recientemente Iñaki Urdangarín y sus socios al ver publicados en la prensa los e-mails que ellos creían eliminados.
Formateamos la tarjeta de la cámara creyendo que así borramos las fotos, pero estas continúan ahí, para desgracia de los autores del incendio de Horta de Sant Joan en el que murieron cinco bomberos, detenidos después de que los Mossos recuperaran de sus cámaras digitales las instantáneas que se habían tomado junto a las llamas,
y que ellos habían intentado borrar inútilmente.
Usamos el móvil como un almacén portátil de nuestra intimidad, ignorando que cualquier informático con conocimientos básicos puede acceder a él fácilmente y robar nuestros datos personales,
como le ocurrió a la actriz Scarlett Johansson, obligada a compartir con todo el planeta el autorretrato que se hizo en la ducha, y que un hacker difundió tras piratear su teléfono.
Subimos fotos a nuestros perfiles enlas redes sociales y luego, arrepentidos, las quitamos,
creyendo que así han desaparecido, pero los buscadores que se dedican a registrar todo lo que aparece en internet ya las han copiado, pudiendo así ser recuperables.
Entramos en la red pensando que nadie nos ve, pero nuestra navegación deja un rastro imborrable, como pudo comprobar el internauta que acosó a la presentadora Eva Hache a través de su cuenta de Twitter:
el perfil falso bajo el que creía camuflado no le sirvió de nada.


Delatores de infidelidades:
Nuestro historial digital ya cuenta más acerca de nosotros que nuestra propia memoria.
En el 80% de los procesos de divorcio que se tramitan en Estados Unidos se usa información obtenida de redes sociales y chats privados, infalibles delatores de infidelidades.
El estudiante austríaco Max Schrems solicitó recientemente a Facebook todos los datos que tenían sobre él y la compañía le envió un cede con 1.200 páginas donde no solo aparecía lo que él mostraba en su perfil, sino también sus conversaciones privadas,
notas que había eliminado, referencias sobre sus gustos, sus intereses y hasta sus opiniones religiosas.
No exagera Stefan Gross-Selbeck, el presidente de la red social para profesionales Xing, cuando afirma que «los datos personales son el petróleo del siglo XXI».
La Comisión Europea pretende poner orden en este océano de datos privados que navegan por la red o duermen peligrosamente en todo tipo de soportes digitales, pero los expertos en informática e internet dudan de la eficacia de esta directiva comunitaria.
La tecnología corre más que la norma.

LOS PIROMANOS:
los que causaron un fuego en el que murieron 5 bomberos.
Se hicieron fotos con las llamas al fondo.
luego las borraron, pero los Mossos las encontraron en un recoveco digital.