jueves, 10 de mayo de 2012

Eufemismos y fraude político

Eufemismos y fraude político
Algunos políticos cuando pretenden atraer la atención de los ciudadanos, especialmente en campañas electorales, suelen-intencionadamente-a hacer grandes afirmaciones empleando eufemismos (palabras o expresiones-según el diccionario de la lengua-suaves, inofensivos, utilizados para evitar otras contundentes o desagradables susceptibles de ser injuriosos para algunas personas).
Con esta estrategia, despiertan ciertas expectativas ciudadanas y, si no se hacen realidad (ya menudo no se hacen realidad), les es más fácil hacer creer que, justamente, han conseguido lo que habían prometido.

Esta estrategia, tradicionalmente ha dado buenos resultados a los dirigentes convergentes, tanto, que la han seguido aplicando, sin saber detectar la inoportunidad dado el desencanto y desconfianza de los ciudadanos, los cuales perciben que la gestión de los políticos no permite ver el final del túnel de la crisis, ni aliviar sus ruinosos efectos.
En las últimas elecciones, aunque habían dado rentabilidad eufemismos como pacto fiscal o transición democrática (estado propio después de su congreso), con los que se evita decir abiertamente concierto económico o independencia.
Ahora, cuando han descubierto que esa filosofía pujoliana de pactar siempre con el partido que gobierna en Madrid ha convertido en un catastrófico boomerang, porque los populares ejercen sin miramientos su catalanofobia (que todo el mundo preveía, menos al parecer Mas y su gobierno),
sería hora de arrinconar las declaraciones, con eufemismos o sin ella, y actuar contundentemente contra el expolio más grande que, últimamente, nos ha infringido ningún gobierno español.

Lo más preocupante es que el gobierno Mas, frente al ahogo al que nos somete el PP, no parece tener respuestas claras, convincentes y concluyentes.
Son muy recientes los agravios de los populares, por el Estatuto, la lengua o por nuestro modelo de inmersión lingüístico, y aun así Mas no sólo decide apoyar la reforma laboral ya la ley de estabilidad presupuestaria de Rajoy,
sino que (y eso no lo ha entendido nadie) haya pactado el presupuesto de la Generalitat y la nueva ley de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (con vicepresidencia para los populares), con el altavoz ruidoso de la fobia de los populares, Sánchez-Camacho , que, sin éxito, lo intenta disimular.

La ciudadanía, sin embargo, mucho más sensibilizada de lo que CiU parece captar, reclama ser informada de cuáles oscuros intereses forzaron el grupo convergente a pactar con los populares y no con ERC u otros grupos de la cámara, los desdichados y antinaturales pactos.
¿No será para favorecer aquellas políticas descaradamente de derechas que sólo podían contar con el voto favorable del PP?
Y en el caso de la CCMA, no debe ser para satisfacer la obsesión del consejero Homs de echar Terribas para, con Sallent, proveniente del Grupo Godó, iniciar el proceso de privatización de TV3?

Para gobernar en circunstancias políticas y económicas adversas se debe tener un carisma que no parece que aflore ni en el presidente ni en los miembros del gobierno.
No es aceptable que con la actual coyuntura política y económica, el ejecutivo no reaccione debidamente y siga sin querer obtener nuevos ingresos de los que más tienen y, en cambio, quiera aplicar nuevos recortes a los más desfavorecidos,
con los fármacos (vía carburantes, el euro por receta y el impuesto estatal), incrementando las tasas universitarias, lo que ahogará aún más el consumo.
Con estas políticas, Mas, si no hace un drástico golpe de timón y decididamente pone rumbo a la independencia fiscal ("la llave de la caja" o concierto económico), tiene muchos números para pasar a la historia como el presidente de la Generalitat con menos sensibilidad social, el que más ha empobrecido la sociedad catalana y el que con sus políticas, más ha favorecido el desmantelamiento de la sanidad y la enseñanza pública.

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